La llegada de la denominada “sociedad de la información y del conocimiento” ha marcado un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad, la cual ha sido caracterizada por un desarrollo tecnológico exponencial y un incremento descomunal y desmedido de la información generada y difundida en plataformas digitales a través del Internet. Nunca antes hemos tenido acceso a tantos recursos informativos y datos como los tenemos en la actualidad, ni tampoco se ha tenido tanta facilidad para publicar o difundir información como hoy en día.
Aunque pareciera que tener exceso de información y facilidad de acceso es algo intrínsecamente bueno, la realidad es otra distinta. Gran parte, sino la mayor, de la información existente es falsa o no precisa, o está escrita de manera que pretende influir o persuadir a los lectores para que crean o apoyen alguna postura, doctrina, ideología o creencia a conveniencia de los intereses de algunos. No por nada, los sitios de noticias falsas son tan populares hoy en día, y tienen tantos seguidores. Sin duda alguna, el manejo que hagamos de la información afecta todos los ámbitos de la vida, y por eso es fundamental educar en la alfabetización informacional.
La mayor parte de los esfuerzos educativos a nivel mundial a través de la historia han estado enfocados en que las personas en general cuenten con la capacidad de leer, escribir y tener un nivel de comprensión de lectura aceptable, al menos este fue el enfoque de la mayoría hasta finales del Siglo XX, que es cuando se empiezan a hacer esfuerzos más marcados e intencionales por darle un mayor valor, significado y relevancia a la forma en que los individuos encuentran, procesan y entienden la información a su alcance y el uso que le dan a la misma.
El cerebro aprende primeramente por la emoción, y luego por la razón. Sin embargo, generalmente se quiere educar a los estudiantes desde el punto racional dejando las emociones de lado y el cerebro simple y sencillamente no funciona así. Un estudiante que no se siente escuchado, valorado o tomado en cuenta puede llegar a interpretar cualquier actividad educativa como una amenaza, y es aquí cuando el cerebro reptiliano (supervivencia) reacciona en modo lucha o huída pudiendo provocar procrastinación, bajos niveles atencionales e inclusive una inhibición de acción en los estudiantes.
Previo a la aparición de la digitalización en nuestra sociedad, se consideraba que una persona era alfabeta cuando podía dominar los procesos propios de la lectoescritura, en resumen, leer textos, comprenderlos y registrar ideas, concepciones o pensamientos acerca del mismo a través de la escritura (ensayos, documentos, investigaciones, tésis etc.). Tradicionalmente se ha vinculado el término alfabetización a las competencias de lectoescritura propias de una sociedad con muy poco desarrollo y acceso tecnológico, o sea, la vivida primordialmente antes de los años noventa. El alfabetismo, a causa de la dinámica del mundo actual, debe de ir mucho más allá que solo saber leer y escribir o conocer cosas como bien lo dijo Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, el nuevo alfabetismo debe enfocarse en saber usar la información.
En esta denominada “sociedad de la información y del conocimiento” se hace cada vez más imprescindible un uso inteligente de la información para poder, no solo aprender, sino también tomar mejores decisiones y resolver los diferentes problemas, retos o desafíos que puedan aparecer en la vida cotidiana, más aún, poder tener un pensamiento crítico, objetivo y libre de prejuicios con respecto a lo que se lee o investiga.
El reto primordial no es conseguir información, sino cómo manejar la gran cantidad disponible, teniendo en cuenta la obligatoriedad de saber validar las fuentes, identificar o distinguir noticias falsas y verdaderas, y poder tener un pensamiento crítico libre de todo sesgo de confirmación.
Alfabetizar a la sociedad en la actualidad demanda por consiguiente considerar todos los aspectos propios de las características y particularidades que vivimos, muchas de las cuales son el resultado de la Tercera y Cuarta Revolución Industrial y el auge exponencial de innovaciones tecnológicas que las mismas han generado y cómo estas han influido en el comportamiento de las personas.
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No solo eso, sino que educar en la Alfabetización Informacional se torna imprescindible para garantizar el crecimiento personal y profesional de los individuos y por ende de la sociedad, ya que en la medida que las personas tengan acceso a mejores fuentes de información y puedan utilizarlas de manera crítica, objetiva, consensuada, responsable y razonable les pone en posición de tomar mejores decisiones que los que no tienen este acceso o no han sido alfabetizados informacionalmente.
La American Library Association enfatiza que los que han sido educados y preparados en alfabetización informacional desarrollan la competencia de aprender a aprender. Saben cómo buscar y organizar la información y generar conocimiento, también están preparadas para el aprendizaje informal y permanente, son autónomos y desarrollan la capacidad de conseguir la información que necesitan para resolver cualquier problema o reto que se les presente o para tomar mejores decisiones cuando es necesario. Esta sociedad del conocimiento está demandando personas con alta capacidad reflexiva, crítica, investigativa y ética.
¿Qué podemos hacer para fomentar el pensamiento crítico por medio de la alfabetización informacional?
- Motivar a las personas a estudiar con profundidad las diferentes posturas de un tema antes de emitir opiniones o generar juicios de valor objetivos y libres de todo sesgo. El sesgo de confirmación es la tendencia que tenemos los seres humanos de buscar, aprobar y favorecer aquella información que apoya nuestras creencias sobre un tema en particular y desaprobar de manera enérgica cualquier idea o hipótesis contraria. Sin estudiar e investigar diligentemente las diferentes posiciones y ser tolerante ante las ideas de los demás, permitiendo inclusive que lo expuesto pueda influir la postura o pensamiento inicial es imposible tener pensamiento crítico, todo se vuelve meramente emocional y sin fundamento genuino.
- Enseñar a las personas a preguntar y cuestionar todo lo que leen, ven y escuchan. De nuevo, validar lo expuesto, contrastar, indagar de manera diligente y responsable.
- Enseñar a las personas a no confiar en todo lo que está en el Internet, pareciera muy obvio pero en la práctica no lo es, basta con ver las publicaciones de muchos profesionales en redes sociales para darnos cuenta que muchos no saben distinguir una noticia falsa de una verdadera, no saben validar las fuentes o utilizar los motores de búsqueda de manera eficiente. Cada individuo debe ser capaz de poder determinar la calidad de la información, preguntarse si es un artículo académico o divulgativo, saber las credenciales de la persona que lo escribió, el tipo de público al que va dirigido, la fecha de la publicación y la cobertura, o sea si el tema está desarrollado de manera exhaustiva o no.
Claro está que educar en Alfabetización Informacional y Pensamiento Crítico es una tarea laboriosa, sin embargo, no hay otro camino para el éxito del individuo, la sociedad y los países. Por supuesto, muchos gobiernos no quieren a personas con esas características, por eso su enfoque constante en la educación tradicional memorística que no desarrolla ninguna destreza de pensamiento superior, la necesidad de un cambio en estos temas es urgente.